Boletín de Situación Internacional del 29 de septiembre al 5 de octubre
Confrontaciones globales y realineamientos estratégicos
Introducción
La primera semana de octubre confirma un cambio de etapa en el sistema internacional. Estados Unidos reintroduce la acción militar directa en el Caribe; Israel e Irán trasladan su guerra encubierta a un plano abiertamente letal; y China consolida su liderazgo tecnológico mientras Occidente se dispersa en conflictos internos y estrategias cortoplacistas.
Esta edición analiza tres dimensiones de esa transformación —militar, diplomática y tecnológica—, acompañadas de los principales movimientos multilaterales, la agenda internacional y una lectura confidencial de lo que se comenta en los círculos diplomáticos y de inteligencia.
1. Escalada militar en el Caribe: la nueva doctrina estadounidense hacia Venezuela
Durante los primeros días de octubre, Estados Unidos llevó a cabo una serie de ataques con drones contra embarcaciones venezolanas en aguas internacionales del Caribe. Estas operaciones, justificadas oficialmente bajo la lucha antidrogas, introducen un nuevo marco de intervención militar en América Latina y evidencian un cambio doctrinal respecto a la política de sanciones predominante en décadas anteriores. El uso del discurso antiterrorista como base legal sitúa estas acciones dentro del paraguas del contraterrorismo, una estrategia que amplía significativamente los márgenes de actuación del Departamento de Defensa en la región.
Cronología de la escalada
Según el observatorio ACLED, entre el 2 y el 19 de septiembre las fuerzas estadounidenses realizaron tres ataques previos contra embarcaciones frente a las costas venezolanas, con un saldo de 17 muertos.
El 3 de octubre, el secretario de Defensa Pete Hegseth anunció un nuevo ataque contra una embarcación presuntamente vinculada al narcotráfico, en el que murieron cuatro personas identificadas como “narcoterroristas”, según CBS News.
Dos días más tarde, el presidente Donald Trump confirmó otro ataque en un discurso en la Estación Naval Norfolk, afirmando que “ya no vienen por mar, así que ahora tendremos que mirar por tierra”, de acuerdo con Reuters.
Esta declaración fue interpretada por analistas regionales como una señal de que Washington contempla ampliar el radio operativo hacia territorio continental.
Del régimen de sanciones a las operaciones militares
En febrero de 2025, la administración Trump designó a trece organizaciones criminales latinoamericanas y caribeñas como foreign terrorist organizations, decisión que constituye la base legal de las actuales operaciones, según InSight Crime.
Este marco permite la aplicación de medidas militares bajo la legislación antiterrorista, evitando la supervisión legislativa y las limitaciones impuestas por la Carta de la ONU.
Las capacidades desplegadas incluyen drones armados, apoyo naval en el Caribe, sistemas de inteligencia satelital y cooperación logística con Guyana y Trinidad y Tobago, de acuerdo con NBC News.
Fuentes militares citadas por medios estadounidenses señalan que se trata de una operación sostenida y no de una respuesta puntual.
Respuesta venezolana y dimensión diplomática
El gobierno venezolano calificó los ataques como una “agresión” y los vinculó a intentos de promover un cambio de régimen. El presidente Nicolás Maduro advirtió que podría declarar el estado de emergencia nacional si las operaciones continúan, según CNN.
El ministro de Defensa Vladimir Padrino López amenazó con represalias si los países vecinos permiten el uso de sus aguas o territorio para operaciones contra Venezuela, de acuerdo con ACLED.
En paralelo, Caracas activó una ofensiva diplomática para recabar apoyos internacionales. El ministro de Exteriores Yván Gil informó del respaldo expresado por su homólogo ruso Serguéi Lavrov, mientras Maduro remitió una carta al Papa León XIV solicitando mediación para “consolidar la paz en Venezuela”, según Reuters.
Inteligencia y politización: el “curveball venezolano”
Una investigación publicada por SpyTalk indica que la narrativa utilizada por la administración estadounidense para justificar los ataques podría basarse en inteligencia de baja fiabilidad.
El exoficial de la CIA Gary Berntsen habría suministrado informes sobre la banda criminal Tren de Aragua a funcionarios de Washington sustentándose en una única fuente venezolana no identificada. Este episodio, apodado “curveball venezolano”, recuerda al caso del informante iraquí cuya información falsa contribuyó a justificar la invasión de Irak en 2003.
El paralelismo ha reabierto el debate sobre la politización de la inteligencia y la fiabilidad de las bases informativas que sustentan operaciones con consecuencias militares directas.
Repercusiones regionales y jurídicas
Las reacciones regionales han sido dispares. Guyana y Trinidad y Tobago expresaron apoyo tácito a la operación estadounidense, mientras que Brasil y Colombia llamaron a la moderación y a la reactivación de mecanismos multilaterales de diálogo.
La ONU y organizaciones de derechos humanos han advertido sobre posibles violaciones del derecho internacional y calificado los ataques como ejecuciones extrajudiciales.
A nivel económico, los incidentes incrementaron la volatilidad en los precios del crudo y afectaron las rutas comerciales del Caribe, generando inquietud entre compañías navieras y aseguradoras internacionales, según Americas Quarterly.
2. Guerra en la sombra: Israel e Irán en confrontación directa
El equilibrio estratégico en Oriente Medio atraviesa una fase crítica. La confrontación entre Israel e Irán, que durante décadas se mantuvo en el terreno encubierto, se ha transformado en una guerra híbrida de alcance regional. Las operaciones de inteligencia, las ejecuciones masivas y los ataques selectivos reflejan la creciente erosión de las líneas que separaban la guerra declarada de la guerra clandestina. Los hechos registrados durante la primera semana de octubre de 2025 no pueden entenderse sin el antecedente inmediato de la guerra de doce días de junio, un conflicto que alteró los límites tradicionales de disuasión y legitimidad militar en la región.
Las secuelas de junio: una guerra que cambió las reglas
El conflicto de doce días iniciado el 13 de junio de 2025 marcó un punto de inflexión. Según el Instituto Europeo de Estudios de Seguridad , Israel lanzó ataques aéreos masivos contra territorio iraní con apoyo logístico estadounidense, rompiendo un tabú estratégico que había perdurado desde los años ochenta.
Los bombardeos alcanzaron instalaciones nucleares, bases militares y centros energéticos iraníes, mientras Estados Unidos realizó ataques adicionales en nombre de Israel. La respuesta iraní fue inmediata: una serie de salvas de misiles penetró las defensas israelíes y alcanzó objetivos en Haifa y otras ciudades del norte.
Amnistía Internacional estimó más de 1.100 muertos en Irán, mientras Israel reconoció 28 bajas propias. Entre las víctimas iraníes se encontraban al menos 30 altos funcionarios de seguridad y 11 científicos nucleares, lo que supuso una pérdida significativa para la estructura de inteligencia y desarrollo nuclear del país.
El conflicto evidenció tanto la capacidad israelí de proyectar fuerza a larga distancia como la vulnerabilidad de la infraestructura estratégica iraní.
La campaña de represalias: ejecuciones como arma de guerra
Tras la derrota militar parcial, Irán inició una ofensiva interna dirigida a eliminar cualquier indicio de infiltración. El 29 de septiembre, el régimen ejecutó a Bahman Choobiasl, identificado como “uno de los espías más importantes para Israel en Irán”, según Reuters.
Las autoridades lo acusaron de colaborar con el Mossad en proyectos de telecomunicaciones estratégicos. Su ejecución fue seguida por una nueva serie de ahorcamientos el 4 de octubre en la provincia de Khuzestán, donde seis combatientes fueron condenados por vínculos con Israel y por participar en “operaciones armadas y bombardeos dirigidos a la seguridad nacional”, según Al Jazeera.
Ese mismo día, el combatiente kurdo Saman Mohammadi fue ejecutado bajo el cargo de Moharebeh (“guerra contra Dios”), tras ser condenado por el asesinato del imán de las oraciones del viernes en Sanandaj. Estos casos forman parte de una campaña que, según Iran Human Rights, ha convertido 2025 en uno de los años con mayor número de ejecuciones en la historia reciente del país.
De acuerdo con el Abdorrahman Boroumand Center, más de mil personas han sido ejecutadas en Irán este año, lo que sitúa al país como el segundo con mayor número de ejecuciones en el mundo, solo detrás de China. Observadores internacionales interpretan esta ofensiva como una respuesta directa a las pérdidas sufridas durante la guerra y como un intento de restaurar la capacidad disuasoria mediante el control interno y el miedo.
Inteligencia y contrainteligencia: una guerra invisible
La dimensión más determinante del enfrentamiento se libra en el terreno de la inteligencia. Israel ha consolidado su superioridad operativa con incursiones de precisión y acciones encubiertas de alta sofisticación tecnológica. Su capacidad para penetrar el espacio aéreo iraní, neutralizar defensas antiaéreas y ejecutar ataques selectivos simultáneos ha sido descrita por el Instituto Europeo de Estudios de Seguridad como “una demostración de proyección militar sin precedentes en la región”.
Durante el conflicto de junio, operaciones israelíes eliminaron a 14 científicos nucleares y a más de 30 oficiales de seguridad iraníes, según la revista SpyTalk.
El impacto psicológico dentro del aparato estatal iraní fue inmediato: se calcula que más de 21.000 personas fueron arrestadas en redadas de contrainteligencia. En respuesta, el Consejo de Guardianes anunció el 1 de octubre una ampliación de las penas por espionaje y nuevos protocolos de vigilancia en sectores sensibles, según Radio Free Europe / Radio Liberty.
La escalada ha consolidado un ciclo de acción-reacción en el que la inteligencia y la represión se han convertido en extensiones directas de la política exterior de ambos países.
Reconfiguración regional: un equilibrio inestable
El conflicto también ha modificado el equilibrio de poder en Oriente Medio. De acuerdo con el Instituto Europeo de Estudios de Seguridad, la capacidad de Israel para golpear en profundidad el territorio iraní fue interpretada en Riad, Doha y Ankara como una advertencia sobre el alcance real de su fuerza militar.
Los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) han iniciado procesos de diversificación de alianzas defensivas, incluyendo contactos con Pakistán, Turquía y Egipto, con el objetivo de reducir su dependencia del paraguas de seguridad estadounidense.
Uno de los hechos más controvertidos fue el bombardeo israelí sobre Qatar en septiembre, que tenía como objetivo supuestos negociadores de Hamas. El ataque, que no logró su propósito, alteró la percepción de seguridad de las monarquías del Golfo y puso en duda la fiabilidad de los mecanismos de protección tradicionales.
El denominado “efecto Bibi sobre Trump” —la capacidad del primer ministro israelí de influir en decisiones militares estadounidenses— ha acentuado la incertidumbre regional, especialmente ante la ausencia de un marco diplomático estable.
La dimensión nuclear: incertidumbre y riesgo de escalada
Los ataques de junio causaron daños severos en las instalaciones nucleares iraníes, interrumpiendo temporalmente el proceso de enriquecimiento de uranio. Sin embargo, la reducción del acceso de la Agencia Internacional de Energía Atómica a los complejos nucleares iraníes ha incrementado la opacidad sobre la situación real del programa.
Fuentes diplomáticas europeas citadas por Reuters señalan que Teherán podría haber reanudado actividades de desarrollo en instalaciones no declaradas, lo que aumenta el riesgo de un nuevo ciclo de confrontación.
Los analistas coinciden en que los ataques, aunque exitosos en el corto plazo, podrían haber eliminado los incentivos iraníes para cooperar con los organismos internacionales y empujado al régimen hacia un modelo nuclear más cerrado y menos verificable.
Perspectivas y riesgos
La guerra de doce días concluyó sin un alto el fuego formal. Solo la intervención de la Casa Blanca evitó una extensión del conflicto. A diferencia de la tregua alcanzada con Líbano en 2024, no existen canales de desescalada entre Jerusalén y Teherán.
Israel no está en condiciones de sostener una guerra prolongada sin apoyo logístico estadounidense, mientras que Irán apuesta por una combinación de disuasión militar y diplomacia indirecta a través de mediadores rusos y chinos.
La ausencia de mecanismos de comunicación directa, la fragmentación del orden regional y la creciente instrumentalización de los conflictos por actores externos crean un entorno de volatilidad estructural.
El escenario más probable, según el análisis del Instituto Europeo de Estudios de Seguridad, es una fase de “pausa inestable”, en la que ambos actores buscarán recomponer sus capacidades mientras mantienen una confrontación constante de baja intensidad.
3. La carrera tecnológica global: China avanza mientras Occidente se distrae
Mientras la atención internacional se centra en los conflictos armados y las crisis diplomáticas, una transformación más profunda está redefiniendo la estructura del poder global: la competencia tecnológica entre China y Estados Unidos. Beijing ha corregido sus errores internos y adoptado una estrategia integral que le permite consolidar posiciones de liderazgo en sectores como la inteligencia artificial, la robótica y las tecnologías verdes.
Según el análisis de Fareed Zakaria en The Washington Post , esta divergencia refleja no solo una disputa por la innovación, sino una reconfiguración estructural del equilibrio geopolítico mundial.
El renacimiento estratégico chino
Durante la última década, China atravesó una etapa de desaceleración y tensiones diplomáticas. Sus autoridades reprimieron sectores tecnológicos innovadores y adoptaron una diplomacia de “lobo guerrero” que deterioró sus relaciones con vecinos como India, Vietnam y Australia.
Sin embargo, esta fase de introspección ha dado paso a un reajuste estratégico. Durante la Asamblea General de la ONU celebrada en septiembre, mientras el presidente estadounidense Donald Trump utilizaba un tono confrontativo hacia las instituciones multilaterales, el presidente Xi Jinping presentó una Iniciativa de Gobernanza Global destinada a fortalecer el sistema internacional.
Zakaria observa que Beijing está proyectándose como “superpotencia constructiva”, mientras Washington se distancia del multilateralismo. Paradójicamente, el país comunista se presenta como defensor del orden internacional liberal, mientras la principal democracia mundial adopta posturas cada vez más aislacionistas.
Divergencia en políticas comerciales y económicas
Las diferencias entre ambas potencias también se manifiestan en sus políticas comerciales. Estados Unidos ha adoptado un proteccionismo expansivo, amenazando incluso con imponer aranceles del 100 % a productos culturales extranjeros, una medida considerada simbólicamente hostil hacia la interdependencia económica.
En contraste, China anunció que renuncia al estatus de “país en desarrollo” y ofreció comercio libre de aranceles a naciones de ingresos bajos y medios, incluidas 53 africanas.
Este gesto, aunque presentado como solidario, responde a una estrategia clara: consolidar a Beijing como el socio comercial preferente del mundo en desarrollo. Mientras Estados Unidos endurece su relación con socios tradicionales, China amplía su influencia mediante incentivos económicos tangibles y relaciones a largo plazo.
Tecnologías verdes: una ventaja estructural
China domina actualmente la cadena de suministro global de tecnologías verdes, desde paneles solares hasta baterías de litio y vehículos eléctricos. La magnitud de su producción y su inversión en innovación han transformado esta ventaja económica en una herramienta de poder político.
Beijing ofrece infraestructura energética y proyectos sostenibles en América Latina, África y el sudeste asiático, fortaleciendo la dependencia tecnológica de sus socios.
La estrategia genera un efecto multiplicador: las exportaciones tecnológicas financian la investigación, que a su vez refuerza la posición industrial, cerrando un ciclo virtuoso de expansión y control de mercado.
Liderazgo en sectores críticos
Un estudio de Bloomberg sobre trece tecnologías estratégicas indica que China ya lidera en cinco y se acerca en siete más. En el ámbito de la robótica industrial, el país instaló casi nueve veces más robots que Estados Unidos en 2024.
La diferencia no solo refleja capacidad de producción, sino un modelo económico orientado a la automatización. Este liderazgo es el resultado de una planificación estatal a largo plazo, basada en la coordinación entre inversión pública, capital privado y aplicación inmediata de la innovación.
Mientras en Washington se debaten los límites del intervencionismo estatal, Beijing ejecuta su política tecnológica sin interrupciones ideológicas.
La revolución de la inteligencia artificial: estrategias opuestas
En materia de inteligencia artificial, Estados Unidos mantiene su foco en el desarrollo de modelos avanzados de frontera, con empresas como OpenAI, Anthropic y Google liderando la carrera hacia la llamada inteligencia general artificial (AGI).
Sin embargo, este enfoque privilegia la sofisticación conceptual sobre la adopción práctica. Los modelos se desarrollan bajo sistemas cerrados y comerciales, priorizando la monetización a corto plazo mediante licencias y suscripciones.
China, en cambio, ha optado por una IA aplicada, orientada a la productividad y la adopción social. Su estrategia se basa en integrar sistemas inteligentes en logística, vigilancia, salud, educación y transporte urbano.
Como señala Zakaria, Beijing está aplicando la tecnología “en cada rincón de la vida económica”, mientras el debate en Washington gira en torno a los riesgos éticos y regulatorios.
El contraste se acentúa con el auge de plataformas abiertas como DeepSeek, promovidas por empresas chinas bajo licencias de código libre, que permiten su adaptación local .
La ironía, destaca el autor, es que “la China comunista abrace la apertura tecnológica mientras Estados Unidos defiende sistemas cerrados”.
Integración sistémica: la ventaja estructural de Beijing
La fortaleza china reside en la integración de su ecosistema tecnológico. No se limita a desarrollar software o hardware, sino que combina ambos en infraestructuras inteligentes y proyectos urbanos a gran escala.
En el sector de robótica, las empresas chinas producen máquinas humanoides y cuadrúpedas equipadas con sensores avanzados, integrando inteligencia artificial en la industria manufacturera.
Otro ejemplo es la denominada “economía de baja altitud”, un programa estatal que desarrolla vehículos aéreos autónomos para uso urbano. En Shenzhen, los drones realizan entregas comerciales, y en Guangzhou los taxis aéreos de EHang han comenzado a transportar pasajeros.
Esta integración transversal da a China una ventaja sistémica frente a la fragmentación tecnológica de Occidente.
La crisis de innovación estadounidense
El modelo estadounidense enfrenta problemas estructurales. La reducción del financiamiento público para ciencia básica y la creciente politización de las universidades han debilitado su liderazgo histórico.
Zakaria señala que “el gobierno está enfrascado en una guerra contra Harvard”, una metáfora de la desconfianza hacia las instituciones académicas de élite que tradicionalmente impulsaban la investigación.
Simultáneamente, el debate político estadounidense se ha desplazado hacia las denominadas guerras culturales, un fenómeno que distrae recursos y atención del ámbito estratégico.
Mientras China consolida su infraestructura científica, Estados Unidos dedica parte de su energía institucional a debates ideológicos que no contribuyen a su competitividad global.
Implicaciones geopolíticas de la divergencia tecnológica
El avance tecnológico chino tiene implicaciones directas para la gobernanza global. Los países que adoptan su tecnología para sectores energéticos, transporte o comunicación tienden a alinearse políticamente con Beijing.
Esta interdependencia tecnológica se está convirtiendo en una nueva forma de influencia geoestratégica.
Para Occidente, el riesgo es evidente: una dependencia estructural en sectores clave puede reproducir, en el ámbito digital, el patrón de dependencia energética que Europa vivió con Rusia.
Cada año de inacción o debate interno en Washington amplía la ventaja de Beijing, que avanza con una política de continuidad institucional y objetivos medibles.
Lo que se susurra en los círculos
En los entornos diplomáticos y de seguridad, las conversaciones de esta semana reflejan un mismo diagnóstico: la competencia entre potencias ya no se libra solo en los frentes visibles de la geopolítica, sino en los márgenes del espionaje tecnológico, la manipulación informativa y la erosión silenciosa de la confianza institucional. Los servicios de inteligencia occidentales advierten que las operaciones encubiertas se han vuelto más frecuentes, más descentralizadas y, sobre todo, más visibles.
En Europa, la inquietud se centra en la reactivación de las llamadas medidas activas rusas. Fuentes de seguridad en el norte del continente describen una campaña sostenida de ciberintrusiones y sobrevuelos de drones en espacios marítimos sensibles, particularmente en el Báltico y el mar del Norte. La estrategia de Moscú, más que militar, busca generar incertidumbre. Funcionarios en Copenhague y Estocolmo reconocen que los incidentes han provocado un repunte en la percepción pública de vulnerabilidad, y un aumento notable en los programas de preparación civil.
En Estados Unidos, la politización del aparato de inteligencia es tema recurrente en los foros privados. Varios analistas señalan una pérdida de cohesión entre agencias y un clima de desconfianza interna, acentuado por filtraciones, recortes presupuestarios y presiones partidistas sobre los informes estratégicos. Lo que antes se percibía como disenso técnico se ha transformado en una lucha por el control del relato. Esa fractura interna preocupa tanto como los desafíos externos, porque erosiona la credibilidad de las evaluaciones que sustentan la política exterior estadounidense.
Mientras tanto, China sigue ampliando su red global de obtención de información en los ámbitos industrial y tecnológico. Expertos en ciberseguridad de Bruselas y Singapur apuntan a un modelo más sofisticado que el espionaje clásico: Beijing combina la adquisición corporativa, la cooperación universitaria y los acuerdos tecnológicos como vías paralelas de acceso al conocimiento estratégico. Esta práctica, difusa y difícil de rastrear, le permite avanzar sin recurrir a métodos abiertamente coercitivos.
En Alemania, el nombramiento de Sinan Selen al frente del servicio de inteligencia interior ha reavivado el debate sobre los límites de la vigilancia en democracias liberales. El nuevo enfoque de seguridad preventiva ha generado divisiones entre quienes reclaman mayor control ante la amenaza de extremismos y quienes temen una expansión de la supervisión política sobre la sociedad civil. Berlín se ha convertido así en un laboratorio de un dilema europeo más amplio: cómo proteger el sistema democrático sin replicar las herramientas de quienes lo desafían.
Los especialistas en inteligencia coinciden en que la naturaleza de la guerra encubierta está cambiando. El espionaje digital, la inteligencia de fuentes abiertas y los sistemas de vigilancia autónoma han desplazado el peso de la acción clandestina hacia el espacio tecnológico. Las fronteras entre información, manipulación y acción militar se difuminan, y la discreción —antiguamente el rasgo esencial de los servicios de inteligencia— se ha convertido en un lujo escaso.
Entre diplomáticos y analistas se repite una idea: la nueva competencia mundial ya no se libra solo por territorios o recursos, sino por la interpretación de la realidad. Los estados no buscan únicamente saber más, sino controlar qué sabe el resto. En esa batalla silenciosa, las herramientas cambian, pero el objetivo sigue siendo el mismo: el poder que otorga la información antes de que se haga pública.
Diplomacia en movimiento
El tablero diplomático internacional ha mostrado esta semana una inusual simultaneidad de movimientos. Mientras China refuerza su papel como potencia estabilizadora y Venezuela intenta internacionalizar su conflicto con Washington, Oriente Medio experimenta un reajuste silencioso de alianzas que refleja la pérdida de previsibilidad de los actores tradicionales.
En Beijing, el presidente Xi Jinping presentó la Iniciativa de Gobernanza Global durante los actos conmemorativos del 80º aniversario de la ONU. El plan propone fortalecer el sistema multilateral en áreas que van desde el comercio y la transición energética hasta la regulación de la inteligencia artificial.
Analistas en Bruselas y Ginebra interpretan el gesto como un intento de situar a China como garante del orden internacional liberal en un momento en que Estados Unidos proyecta una imagen crecientemente introspectiva y fragmentada. La propuesta consolida a Xi como el interlocutor global más activo en defensa del multilateralismo formal.
En Caracas, la respuesta de Nicolás Maduro a los ataques estadounidenses ha tomado forma de ofensiva diplomática. El ministro de Exteriores Yván Gil sostuvo conversaciones con su homólogo ruso Serguéi Lavrov, quien expresó “pleno apoyo y solidaridad”, mientras el presidente venezolano remitió una carta al Papa León XIV solicitando su mediación para “consolidar la paz”.
Paralelamente, el gobierno venezolano advirtió a Guyana y Trinidad y Tobago contra la cooperación logística con Estados Unidos, un recordatorio de que la crisis ya trasciende lo militar y se inscribe en un pulso diplomático hemisférico. Caracas busca trasladar el conflicto al terreno internacional y presentarlo como un caso de desequilibrio jurídico y violación de soberanía.
En Oriente Medio, los estados del Golfo avanzan en una política de “diplomacia de supervivencia”. Los gobiernos de Arabia Saudí, Catar y los Emiratos mantienen contactos paralelos tanto con Teherán como con Washington, conscientes de que la volatilidad regional exige una red de equilibrios cruzados. Fuentes diplomáticas confirman que el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) explora nuevas fórmulas de cooperación defensiva con Pakistán, Turquía y Egipto, mientras reevalúa su dependencia del paraguas de seguridad estadounidense.
El bombardeo israelí sobre territorio catarí en septiembre —un episodio sin precedentes entre aliados nominales de Washington— ha acelerado este realineamiento y ha generado dudas sobre la capacidad de Estados Unidos para moderar a su socio israelí.
En el plano multilateral, el Foro Indo-Pacífico 2025, celebrado en Ottawa, sirvió para revisar la estrategia canadiense hacia la región y su papel frente a la competencia entre China y Estados Unidos. Los participantes coincidieron en la necesidad de mantener una arquitectura económica abierta y de reforzar la cooperación en seguridad marítima.
En Nueva York, la Cumbre Internacional para la Solución de Dos Estados, promovida por Arabia Saudí y Francia, logró el reconocimiento formal del Estado palestino por parte de Francia, Reino Unido y Canadá, un avance diplomático significativo que altera la posición tradicional europea sobre el conflicto.
Y en Lima, la Reunión XXIV de Países Latinoamericanos y Caribeños acordó una agenda ambiental ambiciosa centrada en la transición ecológica y el desarrollo sostenible, un contrapunto civil a la creciente militarización regional.
Mientras tanto, las relaciones bilaterales entre grandes y medianas potencias continúan reordenándose. Las monarquías del Golfo revisan su confianza en Washington; Rusia y Venezuela estrechan vínculos a la sombra de las sanciones; China refuerza su presencia comercial en África con la eliminación de aranceles para 53 países; e Israel enfrenta un deterioro acelerado de sus relaciones con los Estados árabes tras su ofensiva en Catar y la escalada con Irán.
En contraste, Europa mantiene una presencia discreta en los escenarios latinoamericano y asiático, concentrada en la gestión del conflicto con Rusia y sin iniciativas propias de peso global.
El balance diplomático de la semana apunta a tres tendencias claras: una multipolaridad en consolidación, una diplomacia de cobertura adoptada por los estados medianos para diversificar riesgos, y una creciente instrumentalización de las crisis humanitarias como herramientas de influencia política.
En conjunto, los movimientos recientes confirman que la diplomacia internacional se ha vuelto menos jerárquica y más reactiva, con un número creciente de actores intentando llenar los espacios dejados por la tradicional hegemonía estadounidense.
Agenda internacional de la semana
Del 30 de septiembre al 6 de octubre de 2025
Lunes 30 de septiembre
En Teherán, el Consejo de Guardianes anunció la ampliación de las penas por espionaje, en el contexto de la purga posterior al conflicto con Israel.
En Caracas, Nicolás Maduro ordenó la preparación para un eventual estado de emergencia ante los ataques estadounidenses.
En Washington, el Departamento de Defensa confirmó un cuarto ataque contra embarcaciones venezolanas.
Martes 1 de octubre
Inicio del Foro Indo-Pacífico 2025 en Ottawa, con participación de delegaciones de Japón, India, Australia y el Sudeste Asiático.
En India, el ejército inició los preparativos para el ejercicio de drones “Cold Start”, programado para mediados de octubre.
Publicación del informe de InSight Crime sobre las operaciones de narcotráfico en el Caribe venezolano.
Miércoles 2 de octubre
Celebración en Lima de la reunión ambiental latinoamericana, con acuerdos sobre sostenibilidad y cambio climático.
Reuters difundió un análisis sobre la volatilidad de los mercados petroleros y el papel de China en la geopolítica energética.
Nuevos informes de ataques estadounidenses en aguas del Caribe, aumentando la tensión regional.
Jueves 3 de octubre
En Washington, el secretario de Defensa Pete Hegseth confirmó la muerte de cuatro supuestos “narcoterroristas”.
El Instituto Europeo de Estudios de Seguridad publicó su informe Israel and Iran on the brink: Preventing the next war.
The Washington Post presentó el análisis de Fareed Zakaria sobre la competencia tecnológica global.
Viernes 4 de octubre
Ejecución en Irán de seis combatientes acusados de vínculos con Israel, según Al Jazeera.
SpyTalk reveló detalles del caso conocido como el “curveball venezolano”.
Nuevos informes de violencia sectaria en Oriente Medio.
Sábado 5 de octubre
El presidente Trump confirmó un nuevo ataque naval contra Venezuela y pronunció un discurso en la Estación Naval Norfolk.
En Caracas, Maduro difundió un mensaje en Telegram denunciando una agresión estadounidense.
Domingo 6 de octubre
La revista Al Majalla publicó un análisis sobre la reconfiguración política del Golfo tras la escalada Irán-Israel.
Evaluación semanal de desarrollos globales por parte de organismos multilaterales y principales think tanks internacionales.